
Los videojuegos nos proporcionan distracción, diversión, muchas veces información y generalmente también ciertos aprendizajes.
Normalmente su uso no tiene porqué resultar negativo. En todo caso, y refiriéndonos especialmente a los más jóvenes, debe ser la familia y los educadores quienes tengan la responsabilidad de controlar su utilización y limitar las eventuales adicciones y excesos provocados por un determinado tipo de materiales, de manera que no interfieran negativamente en los estudios o su desarrollo de su personal.
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